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Un amor de verano

Y así da comienzo esta historia de amor veraniego con aquellos dos adolescentes como inocentes protagonistas.

Él, un muchacho de pueblo, sin estudios ni cultura sobre la vida.
Ella, una muchacha de la ciudad, proveniente de una familia adinerada, matriculada en una buena universidad del país y con el mundo completamente a sus pies.

A simple vista, cualquier persona diría claramente que ese amor era un amor poco probable. Pero ellos estaban dispuestos a romper las barreras de la sociedad y luchar por intentar mantener esa llama que crearon juntos.

Se prometieron estar unidos todo el tiempo posible, y a partir de aquella noche, donde a la luz de luna se besaron por primera vez, juntaron sus almas para no separarlas jamás. Y así fue, él trabajaba en una fábrica al amanecer mientras que ella acudía a sus clases de pintura y piano, pero al atardecer siempre estaban unidos hasta altas horas de la madrugada.

Ya sabían que al acabar el verano, ella, volvería a su lugar de origen, lejos de aquel paraje maravilloso, lejos de lo que para ella suponía el amor de su vida. Pero así debía ser, tenía que partir, separase de él, romper esa tela de sentimientos que juntos tejieron y romperla como si fuera a ser tirada a la basura.

Quedaron destrozados, separados por situaciones de la vida. No estaban dispuestos a rendirse y se escribían cartas a diario donde se contaban las ganas que tenían mutuamente de volver a verse, de rozarse, de sentirse cerca el uno del otro.

Pero a medida que paso el tiempo ese contacto se perdió, las cartas de ambos no llegaban a su destino o eran extraviadas. Al final, él quedó atrapado en su vida de miseria de la cual jamás podría escapar, mientras que ella avanzó, termino su carrera y encontró un trabajo estable con una buena remuneración.

Y así termino aquella aventura de verano, marcando una etapa en sus vidas, sabiendo que fueron separados injustamente por las reglas de la sociedad.

Da igual lo que diga la gente, da igual la diferencia de clase social, el amor no se mide con dinero.

Eran dos personas iguales, que se deseaban, que querían estar unidos para ser felices. Déjales que luchen por eso que sienten, ellos dejaron los perjuicios de lado, se entregaron al amor con locura y desenfreno.

Película: «El diario de Noah»:
– ¿Por qué no me escribiste? ¿Por qué? No había terminado para mí, te estuve esperando durante siete años y ahora ya es tarde.
– Te escribí 365 cartas, todos los días durante un año.
– ¿Me escribiste?
– ¡Sí! Lo nuestro no acabo. Jamás ha acabado.

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