Volviendo a ese pasado de entera felicidad

Como sobrevivir, si tú, que eres la que me mantiene con vida, me estás matando.
Y pensar que ayer fui la respuesta de aquella pregunta que mañana quiero olvidar.

Esperé a ese amanecer en el que tú serias mi sol, ese rayo que iluminaba mi camino y dejándome guiar por la sombra que formaban las nubes, marqué un nuevo sentido. Aguardar por ese atardecer sabiendo que tú serias mi luna, la que me reflejaba mi destino y acompañado de las estrellas intente escribir un final alternativo.

Solo quiero que sepas, que todavía sigo esperando por ti.
Solo quiero que leas, que todavía sigo aquí.

Me gusta cerrar los ojos, soñar, dejar que mi mente engañe a mi cordura y pueda tenerte una vez más. Porque todavía recuerdo que bajo el rocío de la noche y ante la atenta mirada de un campo lleno de rosas, en aquel banco, que nuestro declaramos, marcamos nuestros nombres con un beso y lo recubrimos con un corazón lleno de sentimientos.

Y aunque ahora no estés junto a mí, aunque los brazos que te arropen sean los equivocados, como decía la canción de Ismael Serrano: «Es tan corta la vida y son tantas despedidas llenas de promesas vanas. ¿Qué será de nosotros cuando caigamos y otros ocupen nuestro lugar?

– ¡Mama!
– Dime cariño.
– ¿Por qué al final del túnel se ve una hoja en blanco y un lapicero?
– Cariño, eso que ves, es tu futuro. Todavía está en blanco porque acaba de empezar. Tendrás que llegar hasta allí y comenzar a dibujar tus sueños, luchar por ellos y esperar a que se hagan realidad.
– ¡Gracias mama! Buenas noches.