No sé que tienes que no puedo resistirme, no sé si me quieres que no puedo alejarme. Tan dulce, tan suave y tan frágil a la vez.
Cada paso que doy.
Cada paso que pienso.
Cada paso que voy.
Cada paso que no entiendo.
Recuerdo aquel amanecer, donde el viento de poniente dibujaba una estrecha línea en el horizonte. Ese sórdido lugar donde los buitres, a sabiendas de lo que iba a pasar, dibujaban círculos en el aire.
Situados de espaldas el uno al otro, esperando al sonido de una campana para decidir nuestro destino.
Y así fue, cuando el primer rayo de sol asomo entre las montañas, las campanas empezaron a sonar. Como si de una danza tratase, empezamos a caminar, uno tras otro, hasta un total de diez pasos. Nos dimos la vuelta y nuestras miradas se cruzaron por última vez.
Y entonces en un tono asustado yo me dirigí a ti:
– Porque tanto dolor si yo jamás podría hacerte daño. Dime, ¿Por qué debemos hacerlo? ¿Acaso es que no me quieres?
Tú no dijiste nada, simplemente sacaste el revolver y me apuntaste al corazón.
Dejando el miedo de lado, te volví a expresar:
– Si vas a hacerlo, te pido que lo hagas ahora, pero por favor que sean dos disparos. El primero en el corazón para eliminar por completo mi existencia de la tierra y el segundo en la cabeza, para evitar que mi mente siga activa, me persiga y no pueda olvidarte jamás. Porque, te quiero, te amo con locura, por encima de todas las cosas de este mundo. Da igual en esta vida o la otra, seguiré enamorado de ti. No importa lo que haga o lo mucho que cambien las cosas, siempre te estaré esperando.
Tú simplemente apretaste el gatillo y caminaste sin mirar atrás.
Juguemos a vaqueros, juguemos a ver quién dispara el primero. Tú con tus bonitos atuendos y pistola recién cargada o yo, con mis harapos de pordiosero y pistola engatillada. Juguemos a ver a quién le duele primero.
Because you’re a part of my life.
Because I want to be a part of your life.
