Quiero dejar de ser la sombra de tu cuerpo, separarme de ti de una vez, respirar y decir con tranquilidad aquello de «soy libre». Pero hay algo dentro de mí me impide hacerlo.
Porque no puedo ser yo si tú no perteneces a mi vida. Tú eres ese primer pilar que hay que levantar para que todo sea perfecto.
Pero algo me dice que algún día mirarás atrás y verás en tu sombra al chico que un día te dijo alocadamente que te quería, que siempre te iba a estar esperando, para que te dieras cuenta de lo mucho que significabas para mí.
No obstante, tú jugaste sabiendo que yo siempre iba a estar detrás. Avanzaste sin retroceder, provocando que la espera de los días fuera más larga y con ello que el reflejo de tu sombra fuera más débil, que perdiera intensidad, y con ellos las esperanza de que volvieras algún día.
Tarde o temprano me desvaneceré y de mí solo quedara el reflejo de un alma perdida.
Un alma errante, sin presente ni futuro, un alma sin destino que únicamente deseaba ser tu sombra.