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Sueños de una realidad difusa

Otra noche más acostado entre las ásperas sabanas de mi cama, abrazado a mi almohada, pensando que a mi lado estas. Busco la compañía de mis pensamientos y mezcladas con unas gotas de soledad, hacen de mí en esta noche, un cóctel digno de cualquier joven ebrio de nostalgia. Poniendo a esta historia triste un toque ilusión con un simple intento de lejana felicidad.

¿Qué ha sido de mí?
¿Dónde ha quedado todo eso que tenía dentro?
¿Volverá algún día a resurgir?

Mi gélido corazón, que congelado por lo que parece un desgaste de sentimientos, ya ni siente, ni padece, ni busca, ni encuentra, solo quiere que la suave sintonía que mi cuerpo pronuncia, aumente la temperatura y vuelva a ser lo antes era.

Extraeré poco a poco las capas que tu dolor me ha formado y sé que tarde o temprano, ese sentimiento que un día tuve, lo compartiré con esa persona que, de verdad, deseé darle a mi pobre corazón ese rayo de esperanza.

Hasta entonces, permaneceré invernando en la caverna de mi alma, acompañado de mi triste soledad.

Esperaré, porque si algo he aprendido de esta vida, es que si las cosas se quieren hacer bien, no deben correr prisa. Los errores se pagan caros y las heridas que se abren cuesta mucho volverlas a cerrar.

Volveré a dar la vuelta al reloj de arena, dejemos que el tiempo pase. Tarde o temprano la balanza se equilibrará.

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