Muchas veces me pregunto una y otra vez a que se debe tanta soledad, tanta indiferencia, tanto malestar dentro de mí. Porque demonios me siento así, sin razones ni motivos, sin sentidos ni latidos. Sin importancia alguna por nada de lo que me rodea.
Estoy cansado de sentirme así, de creer que soy la última mierda del mundo, de buscar y buscar algo por lo que luchar y siempre encontrar la misma respuesta. Cansado de creer que hay algo mejor, de que tanto esfuerzo y sacrificio al final tendrá algún valor.
¿Y por qué sigo escribiendo?
Es una pregunta que me hago cada día. Y la respuesta que viene a mi mente siempre es la misma.
Porque me siento solo.
Porque no sé a donde ir y no sé a quién recurrir.
Porque escribir es lo único que me hace sentir bien, me tranquiliza, me transmite seguridad para afrontar las adversidades, me da fuerzas, me hace sentir que hay un futuro mejor por delante.
Me consuela pensar que aunque yo no esté, siempre quedará en la mente de alguien alguna frase de un niño que un día jugo a ser mayor. Me alegra saber que cuando no quede nada de mí, en el recuerdo de la gente quedarán palabras escritas por un muchacho que solo buscaba en su interior ser un poco más feliz.
¿Seguir escribiendo? Si porque no, es algo que me gusta.
¿Seguir sufriendo? No, porque es algo de lo que estoy cansado.
No quiero seguir con esta cara de triste, quiero desdibujar este rostro y dar pinceladas de uno más alegre y feliz. Un rostro en un cuadro lleno de cosas alegres, cosas que me transmitan felicidad y no amargura.
Estoy cansado de pasarlo mal, a partir de ahora quiero luchar por sentirme mejor.
Los amores de verano terminan por todo tipo de razones, pero al fin y al cabo todos tienen algo en común, son estrellas fugaces. Un espectacular momento de luz celestial, una efímera luz de la eternidad que en un instante se va.
El mejor tipo de amor es el que despierta el alma y hace buscar más, que planta un fuego en el corazón y trae paz a la mente. Eso es lo que tú me has dado y lo que yo espero darte para siempre.
