En este momento estás viendo La constancia de un lazo verdadero

La constancia de un lazo verdadero

Aproximadamente cuarenta años después, aunque mi ama siempre dirá que tiene veinticinco, reunirnos hoy aquí no es solo celebrar una boda, es rendir un pequeño homenaje a toda una historia de vida, de esfuerzo, de lucha y de sacrificio compartido.

He pasado días pensando qué decir, cómo encontrar las palabras justas para un momento como este. Y no ha sido fácil. Porque, ¿Cómo resumes casi una vida entera, con sus batallas, sus penas y sus alegrías en unas cuantas frases?

Sé que el camino no siempre ha sido sencillo. Muchas veces se ha vuelto duro, cuesta arriba, con más obstáculos de los que hubiéramos querido. Pero si algo me habéis enseñado es que en esta familia nunca nos rendimos. Que cuando toca, nos ponemos la mochila a la espalda, respiramos hondo y seguimos avanzando, juntos, pase lo que pase. Y hoy, una vez más, lo estamos demostrando: no hay tormenta capaz de derribarnos.

De vosotros, he aprendido muchísimo. Me habéis enseñado que las palabras tienen fuerza, que la vida se escribe con contrastes. Por ejemplo:

La palabra ODIO tiene cuatro letras, pero AMOR también.
La palabra PASADO tiene seis letras, pero FUTURO también.
La palabra NEGATIVO tiene ocho letras, pero POSITIVO también.
La frase QUERER RENDIRSE y SEGUIR PELEANDO tienen las mismas catorce letras.

Y quizá esa sea una de las lecciones más profundas que me habéis enseñado. Tirar la toalla no está en nuestro diccionario. Lo nuestro va de levantarnos tras cada caída y luchar por lo que de verdad importa.

Hoy, más que nunca, valoro lo cotidiano: una conversación, una comida juntos, una risa compartida. Me siento inmensamente orgulloso de la familia que hemos formado, con nuestras virtudes y también con nuestros defectos.

Por eso quiero daros las gracias. Gracias, de corazón. Por enseñarme que el amor verdadero no es perfecto, sino auténtico. Que se construye día a día con paciencia, con acuerdos, con sacrificios, con discusiones, con abrazos que curan y con miradas que lo dicen todo.

La mayoría de celebraciones ocurren una vez al año; los cumpleaños o las navidades. Pero lo de hoy es diferente. Hoy celebramos que, a pesar de todo, siempre habéis sabido volver a elegiros. Que escoger a un compañero de vida, de verdad, no entiende de obstáculos ni de piedras en el camino.

Gracias, aita y ama, por ser para mí un ejemplo de vida. Gracias por vuestros consejos y enseñanzas, por vuestra entrega, por las broncas que me hicieron crecer, por la paciencia que nunca faltó y, sobre todo, por mostrarme que las palabras pueden decirse de mil maneras, pero lo más importante es vivirlas, sentirlas y convertirlas en realidad.

Quiero acabar diciendo que, desde lo más profundo de mi corazón, me siento inmensamente afortunado de acompañaros en este y en muchos otros momentos. Porque al final, las palabras y las frases son solo eso: un conjunto de letras. Lo que verdaderamente importa es la historia que cuentan. Y la vuestra es una historia única, que ha sido, es y será siempre una inspiración para mí.

¿Qué te ha parecido?
+1
3
+1
0
+1
0
+1
1

Deja una respuesta